Enseñar a leer y a escribir para aprender: entre el control y la generación de lo incierto
Primer Premio Categoría Comprensión lectora en contextos de estudio
Egle Pitton
Foto: Corina Soria, Egle Pitton, Vanina López
Programa Grados de Aceleración - Escuela primaria N.° 5 DE 3
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
El presente relato reconstruye el recorrido de un grupo de estudiantes en su relación con la lectura y la escritura cuando estas se utilizan como herramientas para aprender historia. Los alumnos y alumnas son adolescentes que a pesar de sus catorce o quince años siguen transitando la escolaridad primaria, en gran parte por no haber aprendido a leer y a escribir en los tiempos esperados por la escuela. Se trata de un grupo que cursó en 2018 6.°/7.° grado de aceleración en la escuela primaria 5 del D.E. 3 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Para quienes han tenido experiencias insuficientes o insatisfactorias que los ha llevado a construir un vínculo de ajenidad con las prácticas de lectura y escritura, el desafío pedagógico tiene dos caras: enseñar a leer y a escribir para aprender al tiempo que los estudiantes se formen como lectores y escritores de textos expositivos. El desafío implica ayudarlos a construir un nuevo vínculo con estas prácticas imprescindibles para seguir aprendiendo dentro y fuera de la escuela. En este trabajo se relata y se esbozan las primeras reflexiones en torno a las condiciones que favorecieron el involucramiento de los estudiantes con el tema de estudio, el Holocausto judío, para cuyo abordaje les resultó necesario leer y escribir como herramientas al servicio de conocer, comprender y aprender.
Partiendo de la premisa de que leer es asumir riesgos en la construcción de sentido de lo que el texto “dice” y de que esa construcción surge de la interacción entre las marcas del texto y las ideas del lector; surgen las preguntas: ¿cómo habilitar que el lector ponga en juego sus saberes y experiencias para interpretar un texto expositivo que comunica conocimientos históricos? ¿Qué condiciones pueden resultar propicias para que los estudiantes sean convocados a leer textos para estudiar? ¿Qué lugar darle en la clase a la incertidumbre y la multiplicidad de interpretaciones –propias de los procesos de lectura– cuando el texto comunica explicaciones sobre hechos y procesos sociales, políticos e históricos, las cuales se esperan que sean aprendidas por los estudiantes? ¿Qué intervenciones del docente promueven que la interpretación de cada estudiante se complejice, que “vaya más lejos” de lo que llegaría en una lectura en soledad?
Redefinir la propuesta de enseñanza en función de las inquietudes de los y las estudiantes ha permitido que las y los adolescentes se involucraran con el tema de estudio y acudieran a los textos –en papel y en pantalla– porque necesitaban entender y no solo para responder a la demanda de las docentes. En otros términos, que avanzaran en el conocimiento de los contenidos disciplinares al tiempo que progresaban como lectores y escritores en contextos de estudio.